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Los productores de aceite de oliva pueden liderar el camino hacia un futuro sostenible

«Cierra los ojos y piensa en el aceite de oliva», lo más probable es que pienses en «una típica comida mediterránea» o en «un hermoso olivar», escribe Thierry Moyroud en Food Beverage Insider.

Pero el director general de Deoleo North America afirma que hay algo más que tan solo las buenas opiniones de los consumidores. «Hoy», señala, «los olivares tienen un significado aún mayor: el futuro del planeta».

La popularidad del aceite de oliva está en auge «gracias a la imagen positiva de una dieta mediterránea saludable», escribe Moyroud, citando las conclusiones del Consejo Oleícola Internacional, según las cuales el consumo mundial ha aumentado un 91% desde 1990, y un 5,8% sólo en el último año.

«La industria del aceite de oliva es un motor económico positivo en muchas zonas en riesgo de despoblación», escribe, y cita a Interempresas, un portal online de contenido técnico-profesional muy leído en España, que estima que 30 millones de personas viven directa o indirectamente del olivar.

«Pero, como sector, también debemos abordar los retos a los que nos enfrentamos, desde la devaluación de la categoría del aceite de oliva hasta la crisis climática. Y debemos hacerlo rápido», afirma. La solución pasa por la sostenibilidad. El futuro del sector del aceite de oliva, de las comunidades de todo el mundo y del propio planeta depende de ella.

«La sostenibilidad es ahora uno de los principales motores de los consumidores, y el 87% de las personas creen que las empresas deberían integrar las preocupaciones medioambientales en sus productos, servicios y operaciones», según el Boston Consulting Group.

Bertolli -una de las marcas más vendidas de Deoleo- tiene una estrategia basada en la sostenibilidad social, económica y medioambiental, señala Moyroud. De este modo, se refuerza la estabilidad de los cultivos y se crea un valor duradero para las generaciones futuras.

Moyroud explica el Protocolo de Sostenibilidad de Bertolli como marco de referencia para la gestión de las almazaras y sus agricultores, garantizando la trazabilidad desde el olivo hasta la mesa.

«En España -el mayor productor de aceite de oliva del mundo- el olivar tradicional representa más del 70% del total de las tierras cultivadas, de las cuales más del 20% son no mecanizables, según la Asociación Española de Municipios del Olivo. Más del 25% de estos olivares tradicionales están ya en proceso de abandono. Casi el 95% podría desaparecer en la próxima década».

Esta sombría previsión procede de un artículo actual de la revista especializada Almaceite.

«Unas 300.000 familias españolas de pequeños agricultores dependen de estas tierras, escribe Moyroud. «Son las historias individuales que hay detrás del aceite de oliva que hay en las mesas de nuestras cocinas».

«En Bertolli, la calidad es la piedra angular de nuestra estrategia para revalorizar la categoría, que puede desempeñar un papel clave en la preservación de la tierra y los medios de vida de estos agricultores y de tantos otros».

«El ecosistema vegetal natural de la tierra es esencial para un entorno de crecimiento saludable para los olivos. Por lo tanto, hay que procurar dejar que florezcan las plantas autóctonas y la cubierta vegetal del suelo mediante técnicas de agricultura sostenible, como el laboreo mínimo o nulo.

«Esto ayuda a mantener un suelo rico en nutrientes, defiende las variedades y sabores autóctonos y mejora la calidad del aceite de oliva de forma responsable. Además, puede contribuir de una manera aún mayor al contribuir a la lucha contra el cambio climático.

«Los olivares son un sumidero natural de carbono», señala. «El Consejo Oleícola Internacional ha señalado que estudios provisionales sugieren que, al absorber el dióxido de carbono, una hectárea de olivos puede compensar la huella de carbono anual de los seres humanos. Pero las prácticas agrícolas insostenibles -como el uso de herbicidas para eliminar la cubierta de malas hierbas, los pesticidas que matan la fauna y la mala gestión del agua- provocan la erosión del suelo, perdiendo en el proceso una valiosa captura de carbono.»

Los productores de aceite de oliva deben apoyar directamente a las familias agricultoras y a las almazaras locales a lo largo de la cadena de valor, afirma, ya sea mediante la formación en prácticas de gestión sostenible del suelo o la oferta de certificaciones para incentivar el desarrollo de la agricultura ecológica y de bajo consumo.

«Como productores, debemos mostrar nuestro compromiso con la sostenibilidad creando mejores prácticas y directrices, así como proporcionando a los agricultores los conocimientos necesarios para ponerlas en práctica.

«Debemos predicar con el ejemplo, mediante buenas prácticas, transparencia y honestidad. Esencialmente, todos los actores del sector deben tomar medidas para mitigar los riesgos de un clima cambiante y garantizar que la producción de aceite de oliva se realice de forma sostenible, por el bien de los agricultores, el planeta y los consumidores. No hay una sola manera de lograr un cambio positivo, pero con una acción audaz y unificada, existe una oportunidad definitiva para lograrlo. Y el momento es ahora».